El caso Carlos Manzo dejó de ser un simple expediente judicial para convertirse en una radiografía cruda de la infiltración criminal en Michoacán.
Este sábado, un juez federal dictó prisión preventiva oficiosa contra Jorge Armando “N”, alias “El Licenciado”, y siete policías municipales que formaban parte de su círculo cercano.
Los ocho están acusados de participar en una operación financiada con 2 millones de pesos por la cúpula del CJNG para asesinar al exfuncionario y empresario.
Los detalles que emergieron en la audiencia incendiaron el proceso: un cártel pagando, policías actuando, un mando ordenando y adolescentes drogados ejecutando.
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La Fiscalía reveló que la orden para matar a Manzo no fue improvisada:
el CJNG autorizó un pago millonario para garantizar el éxito del atentado.
En esa cadena criminal, “El Licenciado” habría fungido como el coordinador que movió a ejecutores, reclutadores y policías municipales para consumar el ataque del 1 de noviembre.
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• Un policía remató al ejecutor.
En un giro oscuro, un policía municipal habría rematado en el suelo al joven que disparó contra Manzo, usando la misma pistola del crimen.
Este acto, documentado pericialmente, podría confirmar un intento de borrar huellas de la operación.
• Siete policías en la nómina del caos.
Los siete escoltas están acusados de homicidio calificado por comisión por omisión, al presuntamente permitir y facilitar la emboscada, convirtiendo su cargo en un arma a favor del crimen.
• La carta que desnuda todo.
El reclutador del CJNG, Ramiro “N”, escribió una carta dirigida a su pareja donde admite haber aceptado la recompensa y haber reclutado a dos menores —uno de 16 y otro de 17 años, ambos adictos a metanfetaminas— para participar en el crimen.
Una confesión que dibuja con crudeza la manera en que opera la estructura criminal.
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La siguiente audiencia, marcada para el 26 de noviembre, podría exhibir completamente la cadena de mando, los vínculos financieros y la red de protección que permitió que un cártel operara con respaldo policial.
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El asesinato de Carlos Manzo demuestra una verdad que las autoridades ya no pueden ignorar:
el CJNG operó con penetración profunda dentro de la estructura municipal.
La colusión entre criminales y policías no solo facilitó el crimen, sino que lo volvió inevitable.
Las autoridades federales aseguran que irán contra todos los involucrados, incluidos los cabecillas que dieron la orden desde las sombras.




